Evidentemente el paso del tiempo conlleva entre otras cosas la acumulación de experiencia en la actividad a la cual una persona se ha dedicado toda su vida. Las etapas de la existencia humana se cumplen inexorablemente en todos y cada uno de los seres vivos. Nacimiento, desarrollo, decrecimiento y muerte son inexorables. Por lo tanto y siguiendo este inequívoco destino, podemos afirmar que hay una etapa en el desempeño de la persona que cuenta con mejores posibilidades del uso corporal. En esa fase normalmente se consigue un asombroso manejo de las técnicas más complicadas desde el punto de vista del dominio del cuerpo. Esto se debe a la posibilidad de utilizar al máximo el tono muscular y la flexibilidad articular, elementos estos que permitirán el uso de la estructura humana en la ejecución de posiciones, saltos y giros de difícil dominio para el público en general.
Como el cuerpo por sí solo no puede hacer lo que no conoce, se hace imperioso poseer la información que permitirá tal destreza. Teoría y práctica van de la mano para tales logros.
Sin perder de vista lo planteado originalmente con relación a las diferentes etapas de la vida humana, podemos decir que es en su segunda fase donde se produce una rara combinación: el conocimiento teórico normalmente es menor que la capacidad corporal disponible, sin embargo, el acto físico incorpora lo sucedido en ese evento y corrobora con hechos los planteos teóricos. Se va construyendo de esa manera la experiencia del ejecutante. En la etapa de decrecimiento el practicante experimentado encontrará que sus conocimientos son mayores a los de la etapa anterior, pero también notará que el alcance de sus acciones ha retrocedido y se auto impondrá un nuevo uso de su experiencia. Las técnicas acrobáticas con saltos y giros se encuadran inexorablemente en estas dos etapas de la parábola humana. En mi larga e ininterrumpida carrera como practicante e Instructor, he conocido gran cantidad de personas de todas las etnias que cumplieron con lo descrito. La coordinación y correcta sincronización de los movimientos, permiten el cumplimiento de la teoría de cómo incrementar el poder en la aplicación de las técnicas de Taekwon-Do. Cada vez que estos conceptos no están presentes al 100%, hay una reducción de la potencia que cada cuerpo puede generar y por consiguiente su eficacia sobre el objetivo. El Taekwon-Do desarrollado por el Gral. Choi Hong Hi cumple con los requisitos biomecánicos para tales logros. Muchos años he tenido el honor de asistir al Fundador de la disciplina como su traductor al idioma Español en cantidad de entrevistas, en la traducción de su Enciclopedia condensada (versión 1995) y más de 10 seminarios de Instructor Internacional. Lo dicho me permite decir sin lugar a dudas, que el ejército de Instructores y personas que han colaborado en demostraciones en todo el planeta ha sido vasto, sin embargo y aun con sus habilidades no podían equipararse con las ejecuciones prácticas que el General ponía en acción en cada una de las correcciones técnicas que hacía. Su nivel de coordinación y sincronización de los movimientos era tal que dejaba en evidencia la constancia invertida en cada una de las ejecuciones para ese logro.
Mientras el mencionado ejercito de instructores que supieron demostrar las bondades de este Arte ponían su objetivo en la espectacularidad de las patadas o los saltos y giros, movimientos acrobáticos en definitiva, el Fundador había dedicado todo su cotidiano esfuerzo a las reales características de su creación, la generación de máxima potencia en todas y cada una de las técnicas que lo componen. En sus ejecuciones está ausente la rigidez y todo movimiento fantasioso. La sencillez con que ejecutaba cada técnica permitía encontrar espectacularidad por la potencia que podía generar con su pequeño cuerpo. En su estructura estaban las pruebas del trabajo necesario para fortalecer las herramientas a utilizar en la defensa personal. Más de cincuenta años entrenando éstas le permitieron aventajar holgadamente el desempeño de estructuras físicas de mayor envergadura. La biomecánica de su invención requiere el dominio del eje del cuerpo o centro de gravedad en todos y cada uno de los movimientos (estáticos o dinámicos). No existe postura técnica o movimiento de manos o piernas que no contemple este hecho. Se hace evidente la utilización de la onda sinusoidal que por naturaleza el ser humano utiliza en sus desplazamientos. La biomecánica que caracteriza este Arte permite aprovechar esta natural movilidad sinusoidal de nuestro cuerpo en sentido vertical y horizontal. El hecho relevante es poder usarlo en el momento adecuado. Para ello es necesaria la correcta sincronización de los movimientos que permitirán utilizar en forma coordinada las leyes de la física para juntamente con la cinética del movimiento, producir el 100% de la potencia que puede generar un cuerpo humano.
Cada vez que un ejecutante busca máxima potencia corporal a través de la fuerza no solo no logra el objetivo buscado, sino que reduce la potencia que podría haber alcanzado. Fuerza y potencia son paralelas pero no sinónimas. Digamos que fuerza es la Capacidad física para realizar un trabajo o un movimiento (fuerza física). Mientras que potencia es una resultante. En la fuerza es necesaria la contractura muscular, mientras que para generar potencia tiene que estar presente el factor velocidad. Para empujar un objeto se necesita fuerza, para golpear se necesita velocidad, de ahí la ya conocida formula de masa por el cuadrado de la velocidad.
Resumiendo, la biomecánica que nos caracteriza y cuyo mayor exponente ha sido el Gral. Choi Hong Hi sin lugar a dudas, necesita el correcto manejo del centro de gravedad del cuerpo, la coordinación en el uso de las leyes de la física y la sincronización de los movimientos para que esto sea posible.
Ahora bien, si Usted quiere no lograr este objetivo, dedíquese a hacer fuerza nomas.
Senior Grand Master Ricardo Desimone