La memoria tiene muchas virtudes. Permite almacenar información, recordar acontecimientos, evitar repetir errores y si se la maneja adecuadamente nos permite chequear nuestra evolución.
El proceder de los seres humanos inevitablemente varía con el tiempo. La manera de ver el mundo que nos rodea no es la misma en la pubertad que en la adultez y es asombrosa la diferencia cuando nos convertimos en adultos “mayores”.
En términos generales podemos decir que no hay ítem que escape a la descripción precedente.
Siendo Taekwon-Do parte de la vida de muchas personas, es necesario entender que el crecimiento dentro del Arte impone el uso de la memoria. Todo conocimiento es evolutivo. Esta verdad se comprueba con el tiempo. Por eso la necesidad de no apurar los grados. Cada uno de ellos necesita de una maduración como catapulta para acceder al próximo nivel. Claro que también hay quien por codicia ignora tal proceso considerándolo innecesario. Sin memoria nunca va a evolucionar, porque olvidaría los detalles que contribuyeron a su crecimiento. Sin memoria, es propenso a repetir el error.
Como dicen nadie nació sabiendo. Puesto que esta es una verdad incuestionable, es necesario recordar a los que nos han enseñado, porque ellos los que hicieron posible nuestra evolución.
El entrenamiento de hoy en día menoscaba el lugar del que enseña, del que instruye. Al tener predominio la faceta deportiva, el Instructor ha devenido en entrenador.
La capacitación en Taekwon-Do viene de la mano de un Instructor, que es quien transfiere a su alumno el conocimiento que éste necesita para obtener un mejor manejo de su defensa personal.
El entrenador es quien marcará los pasos necesarios para que ese alumno ya formado por su instructor adquiera el ritmo que demanda la exigencia deportiva. Es evidente que las dos facetas en ocasiones están resumidas en una misma persona. Instruir demanda conocer el Arte y al alumno (sus fortalezas y debilidades) para poder darle a éste lo que necesita. Para entrenar a un alumno, éste tiene que saber, no se puede entrenar a quien no sabe.
Por lo tanto el Instructor enseña lo que el alumno no sabe y el entrenador le pone ritmo deportivo al conocimiento ya incorporado y transferido por el Instructor.
El alumno se debe a quien le ha enseñado lo que sabe. Cuando esto no sucede la palabra ingratitud tiñe la acción.
En la actualidad el confundir al Instructor con el entrenador es moneda corriente. Como dijera, en ocasiones ambas tareas se resumen en la misma persona, sin embargo y cuando esto no es así el alumno no debe desconocer a quien le ha enseñado lo que sabe. En Taekwon-Do no existe el autodidacta. Quien así se piensa así será pagado.
Es muy común que ciertos alumnos digan “yo entrené con fulano o con zutano”, sin darle a quien les ha transferido un conocimiento que no tenían, el lugar que este merece. En otras palabras, no aprendieron de ellos solo estuvieron en sus clases. Sin entender que nadie los llevó allí a punta de revolver, sino que fueron a aprender y por sus propios medios.
Todo Instructor da lo mejor de sí cuando enseña, no lo desconozca y recuerde que lo que Ud. sabe se lo debe a él.
Cabe aquí aclarar que me estoy refiriendo al Instructor regular del alumno (Instructor directo) y no a quienes dictan un seminario o curso. Estos últimos son solo aquellos que establecen los parámetros informativos a seguir. El alumno debe su conocimiento y la puesta en marcha de él a su Instructor regular y no a quien dicta un curso ocasional. La memoria no solo es necesaria para evolucionar sino también para reconocer.
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